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Entrevista a Ana María Matute

Reconozco que a mí no me gusta nada la literatura de espadas, armaduras, dragoncitos y duendes. Tampoco me interesa, en absoluto, el medievo como territorio literario, y mucho menos, la infancia, así que mi primer encuentro con los libros de Ana María Matute no fue demasiado bueno.

Como tengo por costumbre, antes de entrevistar a un escritor me gusta leerme alguno de sus libros, en este caso opté por el último que había escrito Matute, que también era su mayor best-seller, Olvidado rey Gudú. Me aburrí tanto que no conseguí pasar de la página 100. Opté entonces por pasar de su libro más vendido a su libro más premiado, Los hijos muertos, pero para mi desgracia me pareció igual de aburrido y también lo abandoné.

Con ese bagaje, de poca afinidad literaria, me fui a la entrevista en el hotel Felipe II de El Escorial. Allí estaba ella, como una escritora clásica, bebiendo cerveza desde primeras horas de la mañana, y feliz. Reconozco que era una mujer dicharachera y risueña, pero nunca llegamos a conectar en ningún momento de la entrevista. Y algo muy parecido me ocurrió en la segunda entrevista que le hice.

Esta primera se publicó en el diario Día a Día, con fecha 5 de agosto de 1998.


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