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Robin Hood (2010)

Director: Ridley Scott

Guionistas: Brian Helgeland, Ethan Reiff y Cyrus Voris

Actores: Russell Crow, Cate Blanchett, Max Von Sydow, William Hurt, Mark Strong


Robin Longstride vuelve de las cruzadas, donde lo único que ha aprendido es que el hombre es una mala bestia y que las injusticias están a la orden del día. Esa experiencia será decisiva para cambiar su personalidad y para comenzar a moldearle como un hombre nuevo, que en breve dará lugar a una leyenda: Robin Hood.

La historia de Robin Hood se ha llevado al cine demasiadas veces. Hay versiones incluso mudas, de hace ya cien años. La única manera de acercarse de nuevo a la historia es plantear una nueva perspectiva y un acercamiento ligeramente distinto a los personajes, y eso es precisamente lo que han hecho los guionistas de este filme.

Ahora, Robin ya no es el hijo de sir Locksley, sino que llega hasta Nottingham para cumplir una deuda de honor. Y tampoco es un amigo de la infancia de Marian, sino que se enamorará perdidamente de ella (algo fácil, sobre todo teniendo en cuenta que lleva diez años en las cruzadas rodeado de soldados malolientes).

De todos modos, el cambio principal de esta película es que realmente nunca conocemos a Robin Hood, porque se trata de una auténtica precuela que acaba justo donde las demás empiezan. O al menos donde empiezan la mayoría de ellas.

Ridley Scott dirige así su primera precuela, antes de que estrena su precuela oficial de Alien, probablemente el año que viene. El cine de este director comenzó de manera fulgurante con Los duelistas, y luego siguió con una calidad claramente ascendente en sus siguientes trabajos: Alien y Blade Runner. Desde entonces su carrera ha estado llena de altibajos, con películas interesantes como El reino de los cielos y Thema & Louise, y otras tan deficientes como 1492, Black Hawk Derribado y Hannibal, la secuela de El silencio de los corderos.

En los últimos años, Scott se ha especializado en dirigir grandes masas, y las peleas se le dan tan bien, que en Robin Hood ocupan gran parte del largo metraje. 140 minutos que Scott consigue que no se hagan largos. Es cierto que a la película le sobran diálogos explicativos y que muchas de las escenas son totalmente previsibles, pero al menos rueda un filme entretenido y libre de todos aquellos errores históricos y geográficos tan monstruosos que había en Gladiator.

Un simple ejemplo de esos errores: el protagonista se entera de que han atacado a su familia y corre, a caballo, desde Alemania hasta Mérida (España) sin parar. Cuando llega allí se desmaya, se le encuentran unos bereberes a camello (¿?) que le capturan y cuando se despierta ya está en África.

Russell Crowe está ya un poco mayor para hacer de joven soldado, pero lo cierto es que da el pego, con ese aire un tanto místico y triste que tiene en la mirada. Igual de mística, y un tanto vaporosa, es Cate Blanchett, incluso aunque el guión la intente convertir en una mujer con un carácter demasiado adelantado para su época. Los mejores son el genial Max Von Sydow, que todavía sorprende como actor, y Mark Strong, un gran actor lamentablemente encasillado como villano.


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