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Exodus: Dioses y reyes (2014)

Director: Ridley Scott

Actores: Christian Bale, Joel Edgerton, John Turturro, Ben Kingsley, Sigourney Weaver


¿Quién no conoce este mito? Los hebreos son esclavos que levantan pirámides, llega Moisés, Yavé manda unas plagas asesinas y los hebreos se van de Egipto.

No deja de ser ingenioso que haya cuatro tipos que han cobrado por el guión de esta historia: Adam Cooper, Bill Collage, Jeffrey Cane y Steven Zaillian (el director de filmes como Todos los hombres del rey). Y es ingenioso porque el filme aporta muy poco, poquísimo, con respecto a otras versiones cinematográficas. De hecho, se parece bastante a El príncipe de Egipto, la versión de esta misma historia de dibujos animados. La visión de Moisés como un gran héroe, luchador y líder de masas debió ser una invención de Cecil B. DeMille, que se ha seguido desde entonces. Habría sido mucho más divertido que los guionistas revisasen la Biblia, donde el personaje es un pobre sin don de gentes ni de palabra que se tiene que hacer acompañar todo el rato de su hermano Aarón, que es quien hace el trabajo sucio por él. De hecho, en ese libro a su dios le cae tan mal Moisés que en cuanto le manda para Egipto a liberar a su pueblo decide matarlo, algo que evita su mujer con la circuncisión de su hijo como ofrenda (es surrealista, lo sé, pero eso es lo que está escrito). Lo único original que aporta el guión, y que no estaba en las versiones anteriores, es dar humanidad al personaje de Ramsés, que al final resulta ser mucho más atractivo que el de Moisés, un héroe sin carisma que habla con un dios enano, o al menos con su reflejo diminuto. Sin embargo, Ramsés es una persona con sus odios, sus rencores, sus pasiones y, sobre todo, su amor por su hijo. De hecho, él es el único que tiene una escena tierna en toda la película. En concreto (y aquí va un spoiler que no creo que preocupe a nadie) cuando se acerca a su hijo que duerme plácidamente y le susurra que seguramente tiene tan buen descanso porque se sabe querido, frase que repetirá al niño cuando ya le han momificado tras el asesinato divino. Ramsés además es el único que se cuestiona al dios cruel que no tiene reparos a la hora de asesinar a niños inocentes y a animales, más inocentes si cabe, para conseguir su objetivo, y así se lo dice a Moisés: "¿Qué clase de fanáticos adoran a este dios?".

El director Ridley Scott se deja llevar por un enorme presupuesto y rueda un filme sin gracia. No es tan mala como Prometeus (no sé si hay algo tan malo como eso), pero le falta emoción. De hecho, ni siquiera las batallas son tan sangrientas como deberían o como lo fueron en otros filmes suyos como El reino de los cielos. Aquí de hecho provocan más sangre unos cocodrilos que miles de soldados pegándose de machetazos. Lo bueno que tiene esto es que, siguiendo la pauta de peli buena-peli mala del director, la próxima será casi una obra maestra. Recordemos que antes de Exodus, Scott rodó El consejero, que para mí es una gran peli.

Los actores principales no están nada mal, como era de esperar en nombres como Christian Bale, John Turturro o Ben Kingsley. La pobre Sigourney Weaver apenas habla y se podía haber ahorrado este papel, sinceramente. De todos modos, destaca, entre todos, Joel Edgerton haciendo de faraón egipcio.

Visto lo visto, la mejor versión de esta historia y también la más vanguardista sigue siendo la que dirigió Cecil B. DeMille, pero no la horterada tecnicolor de Charlton Heston, sino la que rodó el mismo director en 1923. En aquella versión, el director nos cuenta la misma historia de siempre, de los esclavos, de las tablas, del Mar Rojo, pero a mitad de la película nos trae a la actualidad y descubrimos a una madre que les está leyendo la Biblia a sus dos hijos. Uno de ellos se ríe de ella y le parece totalmente absurda la historia que cuenta. Como es "lógico", el Dios cruel y desquiciado castigará a la madre por los pecados del hijo ateo, en este caso tirándole una gran cruz encima y aplastándola (escena que obviamente copió Álex de la Iglesia en El día de la bestia).


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