En agosto de 2011 la NASA advierte de una lluvia masiva de meteoritos que se van a estrellar en el océano. Sin embargo, una vez que penetran en la atmósfera los supuestos meteoritos ralentizan su descenso y se revelan como lo que realmente son: naves alienígenas. En Estados Unidos no tardan en caer las principales ciudades y sólo queda Los Angeles como lugar para luchar contra los invasores de otro planeta.

El único largometraje que había guionizado antes de este Christopher Bertollini fue el de La hija del general y de eso hace ya más de una década, así que no se puede decir que sea un tipo con mucho trabajo. Para contar esta historia de invasiones alienígenas, Bertollini se ha hecho una pregunta: ¿Qué vendrían a buscar a nuestro planeta unos extraterrestres? La respuesta más obvia es también la acertada: agua. El hecho de que llamemos Tierra a nuestro planeta es un ejemplo más de falocentrismo humano, porque en realidad el 70 por ciento del planeta es agua. Es lógico por lo tanto que unos aliens vengan a buscarlo como es totalmente absurdo que unos alienígenas que se mueren en contacto con el H2O elijan nuestro planeta como un buen lugar para invadir (que por cierto, eso es lo que les pasaba a los extraterrestres de Señales, de Shyamalan). A esa pregunta, Bertollini les suma además una historia muy concreta. En lugar de abarcar todos los frentes de una batalla mundial, su filme se centra en una ciudad de Estados Unidos. De hecho, el título original es bastante más claro que el español, ya que la película se llama Battle: Los Angeles.

Los filmes anteriores del director Jonathan Liebesman tienen el terror como denominador común. Aquí deja bastante de lado esa faceta y opta por copiar el estilo de otros directores. El más evidente es el de Ridley Scott en Black Hawk Derribado, pero también el de otros más recientes como el de Matt Reeves en Monstruoso. No tiene mucha originalidad la forma de rodar, aunque hay que reconocer que las escenas de batalla están muy bien filmadas (si alguien supiese hacer algo así en España podíamos hacer una película bélica estupenda sobre cualquier conflicto que se nos ocurriera). Lo peor del conjunto quizás sea la música, que es demasiado evidente y que intenta provocar momentos de emoción con discursos de exaltación de los marines, pero que realmente emocionan más bien poco (quizás a un marine sí que le parezcan enternecedores y gloriosos, no sé). Tampoco es demasiado oportuno, desde mi punto de vista, el intento de crear una cierta tensión sexual o erótico festiva entre algunos personajes, porque no viene a cuento en la historia.

Aaron Eckhart tiene la cara tan hecha polvo que parece idóneo para el papel de marine que se quiere retirar y justo cuando lo decide le toca afrontar el mayor desafío de su vida. No le van a dar un premio por el papel, pero para estar ahí pegando tiros da el pego. Del resto del reparto, destacar a Michelle Rodriguez, más que nada porque el día que la veamos en una peli sin pegar tiros no la vamos a reconocer. Yo creo que es el caso más evidente de encasillamiento de una actriz en los últimos años.