Unos tipos realmente brutos trabajan como mercenarios aceptando los trabajos mejor pagados. A la vuelta de una de sus misiones, un personaje contactará con ellos para ofrecerles una aventura de la que es difícl que salgan con vida. En un peculiar país descubrirán que hay algo más allá del dinero.

Dave Callahan y Sylvester Stallone escriben un sencillo guión de acción y matanzas que tras su superficialidad esconde un importante repaso de la vida de todos los actores del filme. Stallone es el que reúne al equipo; Mickey Rourke es el que ha dejado la vida de malote, pero todavía sigue ahí como un icono; Jason Statham es el tipo duro sin demasiados remordimientos; Jet Li se queja todo el rato de su estatura en comparación a la de sus compañeros; Dolph Lundgren intenta salirse de su encasillamiento como psicópata, pero es difícil que lo logre... Y, la mejor parte se llevan Bruce Willis y, sobre todo, Arnold Schwarzenegger, con una única escena, pero con un diálogo absolutamente antológico. Y el que quiera saber lo que dicen, que vaya al cine a verla, porque solo por esa escena la película merece la pena. Añadir que es un diálogo que ningún actor español en la situación de Schwarzenegger sería capaz de recitar. Puro humor anglosajón.

En cuanto a la historia, pues no tiene mucho que rascar, y ya se sabe que habrá alguien que les quiera engañar, que habrá un topo que se vuelva contra sus compañeros y que al final ganarán. En lo que sí destaca el filme es en la brutalidad de las escenas de acción. No había visto tantas vísceras desde Braindead, y es así desde la primera secuencia a bordo de un petrolero secuestrado en Somalia. Salvajismo puro y duro en la línea del cine actual en el que las peleas no acaban como en el cine clásico de Hollywood con una estocada o un tirito de nada. Aquí la gente salta en pedazos, literalmente.

El reparto es absolutamente glorioso, no porque los actores sean un portento de interpretación sino porque están todos los que uno desearía ver juntos en una película de este tipo. Quizás se echa en falta a Jean Claude Van Damme y a Steven Seagal. Y una aparición de Chuck Norris ya habría sido el espectáculo total. De hecho, en el pase de prensa los periodistas aplaudieron (aplaudimos) la aparición de Schwarzenegger.

Una pega que me gustaría hacer a esta película, y a la mayor parte de producciones americanas, es la falta de asesores de español. La misión transcurre en un país sudamericano y se supone que el dictador de esa nación y su gente hablan español. No es sólo que los actores que participan son norteamericanos con un acento horrible, sino que además lo que dicen no tiene ningún sentido. Son expresiones traducidas probablemente con Google Translator y dan auténtica pena, o risa, porque el público no paraba de partirse. Eso sí, en el doblaje supongo que lo arreglarán. Desde este momento me ofrezco como asesor de español para todas las películas que lo precisen.