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King Kong (2005)

Director: Peter Jackson

Guionistas: Fran Walsh, Philippa Boyens y Peter Jackson

Actores: Naomi Watts, Jack Black, Andy Serkis, Adrien Brody

En la actualidad existe un maestro del arte cinematográfico. No es iraní, ni francés, ni japonés, por supuesto no es español, ni tampoco es norteamericano. Viene de Nueva Zelanda, es bastante feo y tiene poco más de cuarenta años. A pesar de su edad ya ha filmado una buena sarta de obras maestras. Ahí están ni más ni menos que Braindead (1992), Criaturas celestiales (1994), Forgotten silver (1995) y la trilogía de El señor de los anillos (2001-2003). Con King Kong ha vuelto a lograr el milagro y ya tiene otra gran película para añadir a su currículum.

La historia de King Kong, el gorila gigante, es de sobra conocida, y de hecho Jackson no ha querido añadir elementos nuevos a la historia. Podríamos decir incluso que ha sido fiel al espíritu de la película original hasta en la ambientación del filme, ya que la sitúa en el mismo año 1933 en el que fue rodada. Además, Jackson utiliza también un buen montón de marionetas para conseguir dar credibilidad a sus monstruos. Marionetas, bichos diseñados por ordenador y, por supuesto, a Andy Serkis que lo mismo se disfraza de gorila que de Gollum (un Oscar para este tipo, ya.

El Trivial Pursuit asegura que la primera versión de King Kong era la película preferida de Hitler, y es de suponer que era por esa escena del gorila gigante subido al Empire State destruyendo a la aviación yanqui. Igualito que hace setenta años, aquí el gorila también se enamora y se sube a la torre para luchar contra sus enemigos. Eso sí, lo que aporta el bueno de Peter Jackson a esta versión del clásico es auténtico espectáculo. Las peleas son mucho más largas, los monstruos se multiplican por miles y la sangre chorrea sin parar, como está mandado en una película del director neozelandés.

Con el paso del tiempo tengo que decir que esta película me va aburriendo cada vez más y creo sinceramente que le sobra toda la parte primera hasta que llegan a la isla. Con la excepción, eso sí, de la primera secuencia que nos ubica perfectamente en Estados Unidos poco después de la terrible depresión de los años veinte. Ahí sí que se nota la maestría de Peter Jackson.


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