Haz clic aquí para volver a la página de inicio







Birdman o (La inesperada virtud de la ignorancia) (2014)

Director: Ignacio González Iñárritu

Actores: Michael Keaton, Emma Stone, Naomi Watts, Edward Norton


Riggan es un actor al que sólo se recuerda por su papel de Birdman, un superhéroe un tanto ridículo a quien interpretó 20 años atrás. Obsesionado por romper con su pasado decide montar una obra de teatro en Broadway.

El guión, que en mi opinión debería ganar el próximo Oscar en esta categoría, está firmado por el director del filme Alejandro González Iñárritu, junto a Nicolás Giacobone, Alexander Dinelaris y Armando Bo. Con Giacobone y con Bo ya había trabajado Iñárritu en el guión de Biutiful, mientras que Dinelaris es un novato en esto del cine.

La historia se articula en torno a un número muy reducido de actores y a un par de escenarios, esencialmente un teatro neoyorquino, ya sea sobre las tablas, entre bambalinas, en los camerinos, en su azotea o incluso en los alrededores (en una escena muy, pero que muy divertida). Casi todo lo que vemos en la pantalla son conversaciones entre los personajes, con la excepción de una irónica escena que imita y ridiculiza el cine de superhéroes. De hecho, este filme es una crítica contra ese tipo de cine, que según afirma el personaje que hace de crítica teatral es sólo un divertimento que atonta al espectador y que además encasilla a algunos actores de por vida (como le ha ocurrido al propio Michael Keaton desde que hiciera de Batman a finales de los ochenta). Los diálogos profundizan en la banalidad del mundo de Hollywood frente al mundo teatral que aparece como más auténtico, aunque también con sus propios monstruos encarnados en actores que han reducido su vida a un acto dramático y ya sólo saben vivir sobre el escenario (algo que descubrimos, sobre todo, gracias al papelón de Edward Norton). El filme también machaca a la crítica, en este caso teatral, por considerarla superficial y barata, ya que insultar o repudiar no cuesta nada. Todos esos elementos se engarzan de tal manera que da como resultado una obra maestra que a mi entender sólo tiene un pequeño defecto en sus últimos planos. Aunque quizás sólo me pase a mí, porque odio el realismo mágico y lo que ocurre en ese final es propio de esa corriente cultural. En ese terreno su rival en los Oscar, Boyhood, gana por goleada, porque tiene un final realmente bueno.

González Iñárritu rueda la que es probablemente su mejor película, y lo hace con un movimiento casi constante de cámara en un espacio mínimo que se hace grande. De todos modos ese movimiento aquí parece necesario y no es fruto de esos experimentos vanguardistas tan pesados que daban dolor de cabeza. Demuestra, una vez más, que es un gran director de actores y actrices, con un reparto excepcional. Keaton le echa valor para participar en una película que parodia su propia vida. Norton está impecable. Emma Stone y Naomi Watts dan el contrapunto femenino cañero a la historia, con escenas y frases antológicas, y Zach Galifianakis demuestra que es un actor con mucho talento más allá de hacer de lelo borracho en las pelis de Resacón en Las Vegas.


Pincha aquí para volver a las críticas de Jaime Fernández