Suzy y Sam son dos niños un tanto raritos que deciden fugarse juntos para consternación y estupor de la pequeña sociedad isleña en la que viven.

Una historia como esta en manos de la mayor parte de directores y guionistas no daría más que para un telefilme aburrido, pero por suerte Wes Anderson y Roman Coppola construyen una historia grandiosa a partir de una historia totalmente anecdótica. Pienso, de todos modos, que incluso a partir del mismo guión podrían surgir mil maneras de contar esta aventura y que ninguna alcanzaría la calidad a la que llega Anderson.

Los que conozcan el trabajo del director sabrán que le encantan las historias llenas de personajes un tanto excéntricos que hacen cosas que parecen normales, pero al hacerlas desde el punto de vista de Anderson es como si las viéramos retorcidas como en un espejo de feria. Un espejo que deforma, que en ciertos momentos provoca hilaridad, y que sobre todo hace pensar cómo se le habrá ocurrido utilizar ese plano tan especial y cómo ha pensado que enfocar a un determinado objeto es mejor que filmar a una persona.

Moonrise Kingdom sorprende ya desde los títulos de crédito, que nos muestran una casa como de juguete en la que vive una pareja de abogados poco avenidos, con sus tres hijos varones que dan un poco de repelús, y una niña que otea continuamente el horizonte con unos prismáticos. Todo ello está rodado de tal manera que la película ya te gusta sin que nadie haya hablado todavía y sin saber de qué va la historia. Y para conseguir eso en un espectador hay que ser un maestro, al igual que para incluir a un anciano que hace de deus ex máchina y va narrando la llegada de un huracán que pensamos que va a influir en la acción del filme.

En las películas donde los actores son esenciales, es muy importante contar con un reparto de altura, y el de esta película es de nota. Aparte de los dos niños protagonistas (Kara Hayward y Jared Gilman), que lo hacen genial, sobre todo teniendo en cuenta que este es el primer papel de su vida, contamos con un Edward Norton en un brillante papel de un paródico jefe de boy scouts; un Bruce Willis (que se va convirtiendo en un actor de culto sin que nos demos cuenta) haciendo de policía melancólico; un Bill Murray, de abogado que ve cómo la vida se le escurre entre los dedos; una Frances McDormand, de mujer y madre un tanto confusa; una Tilda Swinton, en su perfecto papel de representante burocrática de los servicios sociales; un Harvey Keitel, de viejo que pierde los papeles; un Jason Schwartzman, que está genial en su rol de notario-cura... Solo por verles a todos ellos merece la pena la peli..