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Mariano Venancio

La primera entrevista que le hice a este actor español fue justo a la salida de la película Camino, en la que interpreta al padre de la niña protagonista. Me resultó un personaje accesible, encantador y realmente simpático, como suele ser la gente que lleva mucho tiempo haciendo algo, y además haciéndolo bien. De hecho, pronto le volví a entrevistar.

Le fotografíe allí mismo y la entrevista la publiqué en guionistas.net, aunque el link está un poco deformado, así que publico aquí el texto íntegro.


“El entretenimiento en tiempos de crisis es un reducto para la gente que tiene jodida el alma y los bolsillos”

-¿Cómo pensó Fesser en ti para un papel tan diferente a todo lo que has hecho hasta ahora?

-Me dijo que me iba a mandar un guión que le había costado dos años hacer. Me lo mando por mail y te aseguro que es el primer guión que yo me he leído en el ordenador de una sentada, porque no suelo ser capaz de leerme más de cinco páginas seguidas. Este no me dejó levantarme. Se me cayeron varias veces las lágrimas, en primer lugar por la perfección del guión y después por la temática. Terminé de leerlo, le llamé y le dije, “Javier, esto es una bomba, tío. El actor que haga el papel del padre lo lleva claro”. Y me dijo: “Pues tú eres mi José”. Le respondí lo único que se me ocurrió: “Tú estás loco. Entiendo muy bien que me des el superintendente de Mortadelo y Filemón, porque yo soy un actor histriónico, pero si me pides que haga este papel es que confías más en mí que yo mismo”. No me dio opción y me dijo que de todos los actores que conocía el único que podía hacer ese papel era yo. Y bueno, me temblaban las piernas.

-Lo cierto es que has conseguido estar muy contenido en tu papel. ¿Eso fue lo que te costó más?

-Llevo más de treinta años como actor y este ha sido mi trabajo más difícil. A mí me es fácil exteriorizar emociones, pero contenerlas me cuesta mucho más. Tengo el guión tan acotado que parece una novela del Oeste, con tiros por todos los lados. Muchas veces me metía las páginas del guión en el bolsillo del personaje para recordarme que en determinada secuencia ojo, ojo, ojo, ojo, peligro, peligro, peligro de pasarme del equilibrio absoluto, de la contención. De todos modos Fesser sabe de donde tirarme para sacar lo mejor de mí. Y yo me abro de brazos, y de piernas, y me dejo llevar absolutamente, porque sé que lo que está buscando en mí, yo lo tengo, incluso aunque yo no lo sepa. Además de la contención, la dificultad de este personaje está en que no se puede hacer con máscaras, con distanciamiento, hay que hacerlo en carne viva, casi desde mi propio dolor. Si le pones distancia de interpretación no llega al público, se ve falso, no tiene sentido.

-¿Le resultó complejo trabajar en un entorno donde lo religioso tiene un peso trascendental? ¿Tuvo que documentarse para ello?

-Te diría que en España y de mi edad, ¿quién no tiene experiencia religiosa? Soy hijo de la civilización judeocristiana y tengo el dolor y la culpa. Nací con ella y así moriré, sin conseguir desclavarme de esa puta cruz en la que nos colgó la iglesia. En cuanto hurgas un poquito en mi alma, todo eso lo tengo. Quizás para un hindú o un musulmán le resultaría más difícil hacer esta película.

-La película es visualmente muy luminosa y muy bella, pero no sé si eso estaba ya en el guión. La actriz Manuela Vellés me ha comentado que ella cuando lo leyó por primera vez pensó que iba a ser una historia muy gris. ¿A ti te pasó lo mismo? ¿También te llevaste una sorpresa?

-Conozco muy bien a Fesser y sé las imágenes que es capaz de rodar. Es uno de los directores españoles que más belleza sacan de una imagen en el cine, y todos lo hemos visto en las películas suyas, y en los cortos. Así que sí me imaginaba lo que podían ser las ensoñaciones que tiene la niña y esa fantasía que hay en el filme. De todos modos cuando lo he visto me sigo asombrando. Cuando estábamos rodando me mandó un fotograma, y lo tengo en el ordenador puesto en panorámico y es maravilloso, absolutamente precioso.

-¿Cómo fue trabajar con Nerea Camacho, la niña protagonista de Camino?

-Con los niños siempre es difícil trabajar, pero Nerea es muy creativa y tiene una energía inagotable. Conmigo se llevó espléndidamente. Yo era un poco su sostén, como personaje y como intérprete. La niña me pedía que la ayudase en algunas secuencias y era muy bonito. Yo le cogía de la mano y le contaba alguna historia triste. Me acongojaba, cortaba la voz, se me empañaban los ojos, y ella, por empatía, se ponía igual. En ese momento ya estaba Javier con la cámara preparado para rodar.

-¿Ahora ya estás metido en nuevos proyectos?

-Pues sí, estoy rodando Plutón B.R.B Nero, que nos quedan trece capítulos por hacer y ya de paso pues estoy trabajando en unos cuantos capítulos de Guante Blanco.

-Así que de parar nada.

-Ya decía mi abuela: “Descansaré cuando muera”.

-¿A los actores no os afecta la crisis?

-Yo creo que no, porque el entretenimiento en tiempos de crisis es un reducto para la gente que tiene jodida el alma y los bolsillos. La gente va menos a las salas, pero siguen viendo el cine en casa. Lo único malo de esto es que se ha perdido el ritual de las salas, sin las palomitas y la Coca-Cola. Me gusta el ritual de ir al cine, eso sí que me parece sagrado y no el de las religiones. Cuando se rompe lo sagrado en esto se queda en una exhibición sin mayores consecuencias..



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