Dos expertos en bioingeniería genética han conseguido crear unos nuevos seres mezclando genes de diferentes especies. El objetivo es utilizar sus proteínas para curar enfermedades. El siguiente paso es usar también ADN humano.
El guión lo firman a tres manos el director Vincenzo Natali, Antoinette Terry Bryant y Doug Taylor. La historia es una mezcla del mito de Frankenstein y la genética de Parque Jurásico, aunque Natali tiene algunos conocimientos en ciencia algo más abundantes que Shelley y Spielberg. O al menos el guión deja entrever que algo más se sabe. El desarrollo de la historia está muy bien entrelazado, con sus momentos de gloria y desgracia para los científicos protagonistas y lo único que desmerece es el final, un tanto simplón por lo esperable. De todos modos, las películas con monstruos son difíciles de resolver: o matas al monstruo o lo dejas vivo acechando a la humanidad.
El director Vincenzo Natali lleva muchos años currando, pero se le sigue recordando por Cube, aquella terrorífica película en la que unas cuantas personas se quedaban encerradas en un microverso matemático y para salir hacia falta ser, como poco, Grigori Perelman. Natali consigue mantener el ritmo de una historia, con algunos momentos antológicos, como la pelea a muerte entre los dos seres-babosa delante de toda la prensa, y la escena de sexo entre el protagonista masculino y el monstruito femenino. A Natali se le da especialmente bien darle un toque especial de sencillez a sus películas. No importa el presupuesto, porque siempre parecen rodadas con menos, lo que no quiere decir que parezcan cutres (de hecho otras con mucha más pasta lo parecen más), sino que aparentan ser artesanales, y eso está bien.
Entre los actores, Adrien Brody está genial de científico un tanto pirado, y en muchos momentos recuerda al Jeff Goldblum de La Mosca. Sarah Polley, quien cada vez se prodiga más y ahora mismo la podemos ver en dos películas en la cartelera, hace un difícil papel que se mueve entre la madre tierna y la madre psicópata, y la verdad es que lo borda. De todos modos, la mejor elección del reparto es Delphine Chanéac para interpretar a Dren, el híbrido, y es que esta chica realmente da un poco de miedo con esa cara tan extraña. Los divertidos efectos especiales que transmutan su cuerpo apenas han tenido que tocar su rostro.