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El consejero (2013)

Director: Ridley Scott

Guionista: Cormac McCarthy

Actores: Michael Fassbender, Cameron Diaz, Javier Bardem, Brad Pitt, Penélope Cruz


Un abogado (o consejero) ve ante sus ojos un futuro prometedor con una boda con la chica de sus sueños y con un negocio que le reportará algunos millones de dólares. El negocio no es nada limpio, pero parece fácil y sin riesgos... hasta que se tuerce.

¿Qué es lo que caracteriza a las novelas de Cormac McCarthy? Para mí está claro: sus diálogos. Así que cuando ha decidido hacer su primer guión para el cine era evidente que de eso iba a haber, y muchos, en la película. Hay que entender que no son diálogos tipo Quentin Tarantino, es decir, diálogos banales totalmente ajenos al desarrollo del filme sólo puestos ahí para hacer una gracia o para banalizar no sólo el discurso sino también la violencia. No, los diálogos de McCarthy son de esos que pesan, e incluso aquellos que parecen simplemente conversaciones de bar tienen relevancia en el desarrollo de la historia. No sé si el escritor habrá comentado sus motivos para meterse a guionista (ocasional o no), pero yo pienso que ha sido para enmendar la plana a los que han utilizado sus novelas para llevarlas a la gran pantalla, en especial a los hermanos Coen que sacaron de contexto su novela No es país para viejos, bien porque no la entendieron o bien porque les pareció poca cosa (a pesar de que es una genialidad) y centraron su filme en una de las historias tangenciales de la novela.

En el pase de prensa en el que vi la peli había mucha gente perdida con la trama de la película y decían que era rara, aunque no sé a qué se referían exactamente. En realidad es una buena película sobre la codicia y los efectos que produce, que nunca son buenos. Lo que no es, es una película de esas en las que los protagonistas te explican todo, ni tampoco una de esas en las que hay un amor adolescente atolondrado ni tampoco una de esas que dan buen rollo. De hecho, las consecuencias de la codicia no podían ser más terribles, incluso aunque los protagonistas utilicen la poética de manera constante. Poética que alcanza hasta a Antonio Machado en un homenaje que hace McCarthy a la poesía de nuestro escritor y, sobre todo, a su amor a Leonor.

La historia también se convierte en un reflejo de la terrible realidad de lo que ocurre a diario con mujeres violadas, asesinadas y decapitadas en Ciudad Juárez. Una realidad con la que se topa el protagonista de la peli, y también el espectador, casi sin darse cuenta.

Ridley Scott demuestra que todavía no se le ha olvidado como hacer cine, algo que parecía después del espanto de Prometheus. Ahora sabemos que lo que le hace falta es tener un buen guión y personajes sólidos con los que trabajar. Yo creo que además el arranque de su filme es un homenaje a su hermano Tony Scott con esas cortinas delante de las que hay un paisaje desértico por donde pasa el green hornet (un motero que luego será muy relevante en la historia) y a este lado una escena de sexo-amor rodada muy al estilo de Tony. Para el resto, respeta los espacios de los actores y les dirige bien, sin exagerar los acentos de Penélope Cruz ni Javier Bardem y colocando la cámara donde debe estar en las escenas de diálogos, algo que parece obvio, pero que muchos directores ya se han olvidado de hacer.

Entre los actores destaca Michael Fassbender, que hace un papelón más en su lista de papelones. Este mismo año se estrena también Doce años de esclavitud donde hace de esclavista desalmado, justo en el extremo de este consejero, o quizás no tanto, porque quien juega con las vidas de los demás por su propio beneficio sin importarle nada es otro desalmado. Coincide en las dos películas con Brad Pitt, que en las dos abandona su papel de sex symbol seductor y además finge ser canadiense. También está por ahí Cameron Diaz que interpreta a la depredadora un tanto choni sin escrúpulos, y para la que Scott y McCarthy reservan una escena que habría hecho las delicias de Billy Wilder, pero al de El gran carnaval, no al de Con faldas y a lo loco, en concreto la escena de Cameron en el confesionario.


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